Ab imo pectore (Con todo mi corazón)

 ¡Hola a todos! 

No sé ni por donde empezar. Vuelvo después de seis años, en los que no me he olvidado de Pájaro de Luna pero los revés de la vida han hecho que no pudiese escribir. Ahora se oye frecuentemente el famoso síndrome del impostor, pues bien, yo no sé si me poseyó o simplemente perdí la inspiración, pues muchas noches agarraba mi móvil, abría la app de notas e intentaba escribir pero solo conseguía un par de palabras sin mucho sentido. He cambiado mucho, he vivido mucho, he amado mucho, he aprendido mucho y he sufrido mucho también; no soy la misma jovencita recién graduada que veía la vida como un parque de aventuras. Sin duda, cambiaría muchas cosas de estos últimos seis años, pero quizá si lo hiciese no sería quién soy hoy. Si algo mantengo en común con mi yo del pasado es el amor por las letras y el anhelo por llegar a ser algún día escritora. Y sí algo sé es que voy a seguir intentándolo. Durante estos años ha habido tres hechos que han marcado mis recuerdos y mi vida para siempre: la llegada de Hércules y Apolo, mis grandes amores; la llegada de mi sobrino; y la muerte de mi abuela. Hace dos años que se fue y aún no logro superarlo y es por eso que estoy aquí hoy. Quiero despedirme. Quiero regalarle este homenaje a una de las personas que más he querido, quiero y querré en mi vida y que con su ausencia ha dejado un vacío en mí imposible de llenar. 

PD: Mi San Valentín sois vosotros, abuelos. 


Mi Carmela


Carmen, 

nombre de seis letras.

Matriarca de su casa,

de sus gentes y de su tierra.


Cuna que en las noches

velaba nuestros sueños,

cabalgaba sin piedad

combatiendo nuestros miedos.


Brazos del hogar, del amor

y del apego.

¡Mi Carmencita querida,

qué solos dejaste a tus nietos!


Alba de mayo, 

mandada por San Pedro,

quien la esperaba con ansia

para subirla al cielo.


Unos verdes ojos se aparecieron,

y a los pies de su cama

le despertaron con un beso:

¡Venga, Carmencita, ya llegó tu momento!

¿Antonio estoy soñando o dejo mi cuerpo?


Desde ese día se perdió mi alma

y sus fieles llorando,

clamaban al cielo,

mas con lágrimas y llantos juntaban sus cuerpos.


¿Cómo se sigue ahora?

Sollocé con miedo.

Vagando sin mi alma, 

quemada por el fuego.


Y en este oscuro abismo

solo hallé un alivio,

pues al fin, 

mis Viejitos

estaban juntos de nuevo.


Irene Baltanás                     



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